Thursday, January 08, 2009

.......a propósito de una hospitalización de dos hermanos

Siete días en la clínica

Hoy vengo llegando del cardiólogo el que me ha dado la gran noticia que estoy muy bien después de haberme practicado un completo e intenso examen, lo cual me alegró mucho y me dio ánimo para relatar mi estadía en ese centro hospitalario, porque siempre en todas partes se encuentra algo que personalmente lo catalogo como interesante, fuera de lo común y anecdótico, como para poder contar a alguien que lo quiera escuchar o leer.
¿No encuentran coincidente haberme operado el mismo día, a la misma hora, en el mismo hospital y en quirófanos separados sólo por una muralla y posteriormente estar en la misma sala de recuperación a diez metros de distancia con mi hermana Caminando?.... Creo que fue mucho más que una coincidencia y cada vez me convenzo que la mano de nuestros viejos y Francisco Antonio estuvieron presente.




Fue una linda experiencia el sentirse acompañado por alguien a quien le corre la misma sangre por sus venas y al mismo tiempo triste, especialmente en el momento que los camilleros me separaron de ella para llevarme a mi pieza donde reposaría durante el período de recuperación. Antes de empezar el retorno a mi pieza, después de haber estado en la UCI, les pedí a los camilleros que por favor se detuvieran un momento frente a su cama para decirle chao. Caminando, que se encontraba sentadita en una silla de rueda haciendo el ejercicio de rigor que es el de levantar las pelotitas mediante el soplido, sus patitas cruzadas igual que cuando teje y por supuesto no llegaban al suelo, y moviendo sus manitos despacito de lado a lado contestándome el despido…… les juro que para mi fue un momento muy emocionante y lleno de ternura el ver a la hermana que todos conocemos, con esa personalidad arrolladora y en ese momento tan resignada a su suerte. Gracias a Dios, a nuestros médicos y al apoyo dado por la familia todo salió bien y nos encontramos en este momento en franca recuperación. Tan bien me siento, que lo demuestro hoy saliendo al aire tratando de compaginar y redactar de la mejor forma posible esta nueva narración que llamo cuento.

Mi estadía en la pieza que en principio compartía con tres personas, que aunque enfermos tenían muchas ganas de conversar, no crean que fue sin anécdota, todo lo contrario. Se vivieron momentos muy difíciles con un ciudadano oriundo de la quinta región de un pueblo llamado Quilpue, hombre curtido por la tierra ya que su profesión era parcelero, y que aparentemente era bastante acomodado financieramente. Su lecho de enfermo se encontraba inmediatamente al lado del mío y se encontraba operado de triple Bay -Pas a la arteria aorta. El hombre en cuestión se llamaba Justiniano, y se quejaba como condenado día y noche, y cuando lo visitaba su médico de cabecera le explicaba en su lenguaje de campesino que le dolía el hombro izquierdo y que tenía que ayudarse con su otro brazo para poder levantarlo y tocarse la cabeza como lo requería el ejercicio, y lo definía como un dolor tan cansado…… igual que si estuviera cargando un perro grande sobre su hombro. Otro problema que lo atormentaba era que lo tenían amenazado que si no meaba tenían que colocarle sonda en el pene, cosa que él ya había tenido, y sabía lo que dolía, así que llegaba a bramar pujando para tratar de hacer pipi y soslayar la amenaza, pero el resultado eran unas cuantas gotas que se consideraban insuficiente para el objetivo que se perseguía. Fue tan grande el esfuerzo que hizo que se le aflojaron los intestinos que se encontraban totalmente en reposo y le dieron unas ganas locas de obrar u cagar, y como tenía prohibición de levantarse teniendo que chatear o sea depositar su excremento en la chata, para este fin se pegó al timbre llamando a la enfermera, que por no concurrir en el acto , y por no tener, don Justiniano mas apriete, la cagada la depositó en la cama, o sea se cagó hasta el cogote, y como era mierda retenida de varios días el olor empezó a inundar la pieza y a cada rato iba en aumento llegando a límites intolerables. Mientras tanto se habían reunido alrededor de su lecho, el que en ese momento se había transformado en water, como cinco enfermeras más un varón que hacía la fuerza que se necesitaba para poder sacar en andas al pobre don Justiniano y ser llevado al baño para asearlo y sacarle el olor putrefacto que inundaba su cuerpo. ¿Se imaginan ustedes el revuelo que se produjo en el dormitorio? tanto……. que fue necesario evacuar a los enfermos para poder limpiar, desparramar desodorante ambiental, (que por lo demás unido al olor a mierda fue casi peor), y nos mantuvieron asilados en el dormitorio del lado mas de una hora y media, mientras ponían el aire acondicionado a todo chancho, además de abrir ventanas para poder despedir el olor de la cagadita que se mandó don Justiniano.

Después de haber pasado este delicado impase el hombre no fue el mismo. Bajó el tono de voz y las cosas las solicitaba casi al oído y con mucha humildad, la conversación que teníamos a diario tampoco fue igual. Yo trataba de darle animo para poder reentablar el dialogo ya que a mi me interesaba mucho el sacarle información que me sirviera para engrosar este narrado que ya lo tenía ingresado al disco duro. Todo fue inútil y en esas condiciones hizo el abandono del hospital con su sonda ensartadita en el pene y con orden de regresar dentro de tres días; y así fue la despedida de este hombre que debe estar en los record de Gines como la cagada mas espectacular e inaguantable por su maciza fetidez y en la forma se llevó a efecto.

El resto de los días pasaron sin nada interesante de poder rescatar hasta la dada de alta y poder regresar a mi casa que tanto de menos echaba donde me encuentro hoy día dando gracias a Dios por haber permitido nuestra recuperación, que en el caso mío me salvé por puntos.

Aprovecho esta narración para dar mis más sinceros agradecimientos a todos los que se preocuparon de una u otra manera por mi estado de salud. Muchas gracias.
Mito.