EN LA RUTA COSTERA DE LA CORVINA Y LA MACHA (LA TRINCHERA)
Creo que todos o casi todos conocen este hermoso lugar, ubicado al costado del camino a Constitución, playa obligada de los Cureptanos quienes se sienten orgullosos de ella, y como no, si la otra más cercana es la de Iloca, y esa es de nosotros los Licanteninos y caso cerrado. Se extiende por largos kilómetros llegando hasta el lugar llamado, La Pesca, o sea, hasta la desembocadura del río Mataquito en el océano, donde Carlos no se podía bañar por requerimiento de Zoila.
Fuera de esta particularidad, cuenta con lindos pozones especialmente diseñados para la práctica del deporte de la caña y el carrete. También cuenta con extensas playas bajas y de una arena muy fina, especial para la crianza del exquisito molusco llamado macha, hoy casi desaparecido, por culpa del depredador llama Gilberto, quién las exterminó con buzos especialmente contratados para este fin, que trabajaban todo el día llenando sacos y sacos, que él en su camioneta cuatro por cuatro pasaba a retirar todas las tardes. Una vez conté diez de estos ciudadanos metidos en el mar a poto parado sacando este manjar, que después era comercializado en su restaurante de Duao y comerciantes de Curicó.
En cierta ocasión encontrándonos en nuestra casa de Licantén, se nos ocurrió hacer una excursión de pesca de la corvina y el róbalo a ese lugar, cuyos participantes éramos los siguientes ciudadanos: Francisco Antonio, Andrés o Bolita, El Mito, Gastón y Peyuco Alcapío. Creo que se me escapa uno pero no recuerdo quién, y salimos con rumbo a nuestro destino a las 06.AM de Licantén. En una hora y medía nos encontrábamos en el lugar señalado dispuestos a comenzar nuestra entretención. Para este fin es indispensable contar con el tonto Nape o camarón de playa como carnada para tener éxito, que se encuentra en el mismo lugar, a una profundidad más o menos de un metro enterrados en la arena justo donde llega la agüita impulsada por la ola. Nosotros como buenos chilenos no llevamos ni la herramienta mínima para esta actividad, la Pala, pero no por eso no seguimos adelante en pos de cumplir nuestro objetivo y mandamos a Alcapío a robarle al mar aunque fueran unos limayes o pulgas que esas sí son fáciles de extraer, y se encuentran en casi todas las playas de la costa. Estábamos en eso cuando se oyó el grito de Francisco Antonio anunciando “humo al norte”. Todos miramos a la vez en esa dirección, y efectivamente se divisaba un puntito negro que demostraba que una persona se encontraba estacionada en ese lugar y no podía ser otra cosa que pescando. Recogimos nuestro bártulos y nos dirigimos a ese lugar, y a medida que nos acercábamos mas se acentuaba nuestra teoría. Pronto nos encontramos muy cerca de él y pudimos comprobar que efectivamente se trataba de un lugareño que se encontraba en la misma actividad que pretendíamos nosotros, pero eso sí, tenía un canastito lleno de Napes. Inmediatamente miramos a Pancho y diciéndole que desde ese momento se transformaba en el ministro de relaciones exteriores cuyo nombre era señor Cubillos, que era el de turno nombrado por el gobierno en esos tiempos. No costó mucho para que mi compadre entendiera, y solicitando la garrafa de vino y el vaso se dirigió con paso seguro y gallardo hacia el ciudadano. Cuando estuvo al lado de él lo primero que le dijo después de los buenos días fue, “putas que hace frío jefe”, a lo que el hombre respondió: es así en la costa todos los días a esta hora. Yo lo caché desde lejos dijo Pancho, y es por eso que vengo a ofrecerle lo mejor para pasar el penetro y llenando el tarro duraznero que servía de vaso se lo alargó. El pescador no se hizo de rogar y contestando “el salud”, dicho por Francisco, se lo mandó al seco en un santiamén repitiéndole Pancho inmediatamente la dosis sin antes él haber hecho lo mismo. El parroquiano se mandó el segundo cañonazo con la misma facilidad del primero pero con la diferencia que al instante se le empezó a trabar la lengua, lo que aprovechó el ministro Cubillos quién se le dejó “queir” (como dijo don Lalo) y le dijo que nosotros también teníamos la intención de pescar pero no contábamos con carnada y tampoco se podía extraer por encontrarse el Pacífico en su más alta marea. Inmediatamente recibió la respuesta que se esperaba, “no faltaba más, aquí tiene algunos camaroncitos para que no pierdan el viaje” y le pasó seis, suficiente para entretenerse un rato ya que cada uno sirve para llenar tres anzuelos, y nos retiramos a una cuadra de distancia y Cubillos se quedó con su reciente amigo cañoneándose de lo lindo. No había pasado media hora cuando empezaron a llamar a Alcapío quien al acudir se encontró con la sorpresa de que le entregaron el canasto con todos los Napes, ya que ellos se iban a ausentar por un largo rato.
¿Que había pasado? El pobre hombre agarrado por la brisa marina se encontraba totalmente mareado y ya no estaba apto para proseguir con la pesca y había invitado al ministro a su casa que se encontraba relativamente cerca, a comerse una sopita de machas y corvina frita, a lo que su anfitrión aceptó encantado y partieron rumbo a un bote que estaba estacionado a orillas del río Huenchillamín que era de su propiedad. Cuando Peyuco nos contó el destino que llevaban y el estado en que iban a una casa desconocida nos dirigimos a ellos intentando convencer a Pancho que no era aconsejable presentarse en ella, y le recomendamos al lugareño que se fuera sólo, a dormir un rato y nosotros lo esperábamos en la playa, a la cual nunca más volvió. En el desarrollo de nuestra actividad nos iba tan bien, que en reunión relámpago, se acordó, por estarse agotando la carnada, que el único que pescara fuera el que escribe, para no perder ningún camarón, gracias a mi experiencia y así no más fue. Pique que tenía le pasaba la caña a alguno de los comensales que se encargaba de sacarlo y seguía con mi pesca. Recuerdo que a mi hermano Francisco como estaba un poquito beodo y no exigirle a su físico, le dejé el carrete bien suelto, por lo cual recogía muy poco ya que giraba en banda. Una corvina bastante grande lo paseó por toda la playa sin poderla sacar hasta que compadeciéndome de él le regulé el carrete para que pudiera cumplir con su fin. Todo fue un éxito ya que sacamos entre corvinas y róbalos quince piezas, gracias a la brillante gestión de nuestro ministro y haber encontrado al lugareño a orillas del Mar.
El regreso no fue tan fácil ya que teníamos que acarrear quince pescados hasta el auto que estaba como a un kilómetro de distancia, pero la astucia de Alcapío nos facilitó nuestra labor. Había encontrado una estaca como de dos metros de largo, y amarrando la pesca de a dos los colgó en la vara, y se la paso por detrás del cogote y empezó a caminar, nosotros portábamos los otros bártulos incluida la garrafa totalmente vacía, y con justa razón ya que fue la artífice de la gestión realizada por el señor Ministro y dependió mucho de ella. Cuando caminábamos por la playa íbamos inmediatamente atrás de Peyuco, cagados de la risa, ya que de repente se le tiraban a doblar las cañuelas por el gran peso que portaba sobre sus espaldas. En la pasada de la desembocadura se enterró un poco y tuvo que tener asistencia para poder salir y seguir adelante con la misión que se había impuesto. (Perdónanos Pedro Alcapío de donde te encuentres por lo abusadores que fuimos en esa oportunidad).
El regreso se hizo sin novedad y felices y contentos por el gran éxito de la excursión realizada. Una vez llegados a casa nos dedicamos a faenar el pescado. Yo recuerdo de haberme hecho un cebiche descomunalmente grande y comimos pescado frito hasta quedar mirándonos, pero como era mucho y aprovechando que al día siguiente viajaba don Andrés a la capital, decidimos mandar para cada familia un regalo que fue muy mal aprovechado ya que con el inmenso calor del verano se echaron a perder y el único que tuvo que soportar la hediondez fue Don Andrés. Así terminó la brillante excursión a la famosa playa de la trinchera en pos de la pesca de la corvina y el róbalo.
No solamente de vivencias de pesca fue objeto este hermoso lugar costero, sino que también de lindos paseos en busca algunos del sol y otros del pasatiempo de la extracción de la macha, abundante en esos años. Fue así como un buen día que la familia se encontraba casi en masa veraneando en la república de Licantén, se organizó un viaje saliendo muy de madrugada con todo el equipo pertinente o sea para comer y beber para bañar yeguas. El trayecto se hizo sin problemas y lleno de entusiasmo llegamos al destino aproximadamente en una hora y media. Se desempacó la carga y a empezar a disfrutar de un día maravilloso y sin el viento típico en esa zona. Las mujeres y los niños a la playa a disfrutar del hermoso sol y los hombres excepto Francisco Antonio, partieron saco al hombro y UCV garrafa bien agarrada de una oreja para cuidar su contenido, caminando por la orilla del Océano por mas o menos tres cuartos de hora, hasta ubicarnos frente al banco del molusco e ingresaron al agua dispuestos al marisqueo, que por supuesto fue fructífero, tanto es así que tuvo que salir UCV a tierra firme a depositar lo que habían sacado ya que el depósito estaba lleno y teníamos que seguir sacando, pero justamente aquí sucedió la primera desgracia. El portador del saco cayó en un hoyito que es lo más normal que se formen a la entrada del banco y Aguilar desapareció e inmediatamente saliendo a flote con la boca abierta en señal de haber tragado agua salada, y si ni es por la oportuna acción del chapulín colorado, Julio Correa, y como la poza es de muy poca monta lo pudo sacar, además que llevado por la desesperación de la inmersión y el susto, ya que no sabe nadar, logró pisar nuevamente arena firme y seguir camino. No le cabía ni un palo en el poto de lo asustado, pero lo más triste fue que en el accidente el mar se llevó las machas pero, milagrosamente la garrafa la salvó incólume. Su entusiasmo por volver nuevamente al océano había terminado, pero como ya era más o menos tarde, pronto salieron los otros y se dispusieron hacer el camino de regreso, no sin antes terminar hasta la última gota de la fiel garrafa. Caminaban entre risas y bromas para Eusebio por su percance, cuando a “Retrato hablado” se le empezó a presentar un problema. Con el roce de la arena y el traje de baño, se le empezaron a cocer las verijas, tanto es así que se le puso dificultoso el caminar, así que sin pensarlo dos veces Hernández Moraga mandó fuera traje de baño y siguió caminando con el niño y bolas expuestas a la brisa marina que a esa altura era bastante fresquecita.
Mientras tanto alrededor de los autos reinaba un caos, liderado por Francisco Antonio contra la irresponsabilidad de los hombres por la hora que era y no aparecían por ninguna parte. A mi querido compadre le apareció toda la protección paternal con Robuzoto y comentaba indignado “pobrecito siendo tan niño y en ausencia de sus padres” como podían ser tan irresponsables, y fue tanta la zalagarda que decidieron ir en su búsqueda. No habían andado cien metros cuando se toparon a boca de jarro y se pudieron enterar, en toda su dimensión, de la herramienta de Gastón que a esa altura al caminar se venía “gorneando” al aire libre. El choque fue espectacular, las más agresivas eran Caminando y la gordita Loly. Tenían sus caras totalmente desfiguradas y arremetían violentamente sobre la rama masculina con toda clase de ofensas y amenazas que creo que fueron más allá de lo permitido. Por ejemplo a Correa, La Guacha le aplicó el castigo de don Lalo, un mes sin sexo, ¿ pero se imaginan ustedes que es eso para este ejemplar con lo ardiente y fogoso que es, poder resistir semejante despiadado castigo? Creo que habrá una sola opinión. Al pobre UCV Caminando le dijo que tenía de coeficiente intelectual menos mil lo que es un poquito anormal, y así por el estilo muchas cosas más.
Una vez que no hallaron más cosas que decirles emprendieron el camino de regreso. Caminando, apoderándose de las llaves del auto que conducía UCV, se acabronó en él con la negra y sus niños y se marcharon diciendo que los curador se fueran juntos, pero sin antes decir algunas maldiciones, llegaron todos a Licantén. Eso si que el móvil de los beodos bastante más atrás que los otros.
Y así termino el paseo a la Trinchera que pudo ser muy bonito pero no lo fue por la agresividad y crueldad y el poco sentido común en esa oportunidad del sexo débil que de eso no tiene nada. A los dos días de haber sucedido este desaguisado, al parecer aparentemente hubo perdonazo, por lo menos esa era la impresión que flotaba en el ambiente ya que Correa se levantó muy de madrugada cosa poco común en él con su cara llena de risa que a pesar de su espesa barba se notaba perfectamente por el brillo de sus blancos dientes. De Eusebio no estoy en condiciones de opinar ya que creo que le daba lo mismo por lo menos así quedó demostrado, muchos años después, en el viaje de luna de miel a Mendoza que ni la camisa de dormir de Caminando, de seda y llena de encajes, lo entusiasmó para nada, porque según confesión de él mismo, fue producto del intenso calor reinante por lo que tenía que estar permanentemente bajo la ducha. Con los días todo lo malo quedó en el olvido, y se recordaba solo lo bueno, como por ejemplo las BOLAS de Gastón
P.D. Habiendo cumplido un largo tiempo de haber escrito muchas vivencias casi todas recordando nuestras tierras y nuestras raíces, con esta me despido, dándoles las gracias por haberlas leído, si no fue así, por lo menos no le molestaron y murieron en la rueda. Un último pedido, y es que mediten en un momento desocupado sobre algunos personajes de esta videncia y me refiero específicamente a los que no están con nosotros ya que emprendieron un camino sin regreso. Imagínense ustedes a Francisco Antonio tal como él era cañoneándose con el Guajiro pescador y a fuerza de sartaladas de mentiras tratar de quitarle los Napes o paseándose por la playa con una corvina en la punta de su anzuelo que era imposible sacarla por la maldad de sus acompañantes que le dejaron el embrague del carrete demasiado suelto y transpirándole hasta el chico. También piensen en Alcapío con setenta kilos de corvina sobre sus espaldas doblándosele las cañuelas mientras los otros comensales lo seguían a poca distancia cagados de la risa y totalmente desocupados. Creo que la venganza ya está preparada, solo es cosa de tiempo y paciencia, porque no podremos escapar de caer en sus manos y nos esperarán garrote en mano para darnos su merecido. Creo que si lo piensa un poquito según lo solicitado al final se dibujará en sus labios una pequeña Sonrisa. Gracias
Fuera de esta particularidad, cuenta con lindos pozones especialmente diseñados para la práctica del deporte de la caña y el carrete. También cuenta con extensas playas bajas y de una arena muy fina, especial para la crianza del exquisito molusco llamado macha, hoy casi desaparecido, por culpa del depredador llama Gilberto, quién las exterminó con buzos especialmente contratados para este fin, que trabajaban todo el día llenando sacos y sacos, que él en su camioneta cuatro por cuatro pasaba a retirar todas las tardes. Una vez conté diez de estos ciudadanos metidos en el mar a poto parado sacando este manjar, que después era comercializado en su restaurante de Duao y comerciantes de Curicó.
En cierta ocasión encontrándonos en nuestra casa de Licantén, se nos ocurrió hacer una excursión de pesca de la corvina y el róbalo a ese lugar, cuyos participantes éramos los siguientes ciudadanos: Francisco Antonio, Andrés o Bolita, El Mito, Gastón y Peyuco Alcapío. Creo que se me escapa uno pero no recuerdo quién, y salimos con rumbo a nuestro destino a las 06.AM de Licantén. En una hora y medía nos encontrábamos en el lugar señalado dispuestos a comenzar nuestra entretención. Para este fin es indispensable contar con el tonto Nape o camarón de playa como carnada para tener éxito, que se encuentra en el mismo lugar, a una profundidad más o menos de un metro enterrados en la arena justo donde llega la agüita impulsada por la ola. Nosotros como buenos chilenos no llevamos ni la herramienta mínima para esta actividad, la Pala, pero no por eso no seguimos adelante en pos de cumplir nuestro objetivo y mandamos a Alcapío a robarle al mar aunque fueran unos limayes o pulgas que esas sí son fáciles de extraer, y se encuentran en casi todas las playas de la costa. Estábamos en eso cuando se oyó el grito de Francisco Antonio anunciando “humo al norte”. Todos miramos a la vez en esa dirección, y efectivamente se divisaba un puntito negro que demostraba que una persona se encontraba estacionada en ese lugar y no podía ser otra cosa que pescando. Recogimos nuestro bártulos y nos dirigimos a ese lugar, y a medida que nos acercábamos mas se acentuaba nuestra teoría. Pronto nos encontramos muy cerca de él y pudimos comprobar que efectivamente se trataba de un lugareño que se encontraba en la misma actividad que pretendíamos nosotros, pero eso sí, tenía un canastito lleno de Napes. Inmediatamente miramos a Pancho y diciéndole que desde ese momento se transformaba en el ministro de relaciones exteriores cuyo nombre era señor Cubillos, que era el de turno nombrado por el gobierno en esos tiempos. No costó mucho para que mi compadre entendiera, y solicitando la garrafa de vino y el vaso se dirigió con paso seguro y gallardo hacia el ciudadano. Cuando estuvo al lado de él lo primero que le dijo después de los buenos días fue, “putas que hace frío jefe”, a lo que el hombre respondió: es así en la costa todos los días a esta hora. Yo lo caché desde lejos dijo Pancho, y es por eso que vengo a ofrecerle lo mejor para pasar el penetro y llenando el tarro duraznero que servía de vaso se lo alargó. El pescador no se hizo de rogar y contestando “el salud”, dicho por Francisco, se lo mandó al seco en un santiamén repitiéndole Pancho inmediatamente la dosis sin antes él haber hecho lo mismo. El parroquiano se mandó el segundo cañonazo con la misma facilidad del primero pero con la diferencia que al instante se le empezó a trabar la lengua, lo que aprovechó el ministro Cubillos quién se le dejó “queir” (como dijo don Lalo) y le dijo que nosotros también teníamos la intención de pescar pero no contábamos con carnada y tampoco se podía extraer por encontrarse el Pacífico en su más alta marea. Inmediatamente recibió la respuesta que se esperaba, “no faltaba más, aquí tiene algunos camaroncitos para que no pierdan el viaje” y le pasó seis, suficiente para entretenerse un rato ya que cada uno sirve para llenar tres anzuelos, y nos retiramos a una cuadra de distancia y Cubillos se quedó con su reciente amigo cañoneándose de lo lindo. No había pasado media hora cuando empezaron a llamar a Alcapío quien al acudir se encontró con la sorpresa de que le entregaron el canasto con todos los Napes, ya que ellos se iban a ausentar por un largo rato.
¿Que había pasado? El pobre hombre agarrado por la brisa marina se encontraba totalmente mareado y ya no estaba apto para proseguir con la pesca y había invitado al ministro a su casa que se encontraba relativamente cerca, a comerse una sopita de machas y corvina frita, a lo que su anfitrión aceptó encantado y partieron rumbo a un bote que estaba estacionado a orillas del río Huenchillamín que era de su propiedad. Cuando Peyuco nos contó el destino que llevaban y el estado en que iban a una casa desconocida nos dirigimos a ellos intentando convencer a Pancho que no era aconsejable presentarse en ella, y le recomendamos al lugareño que se fuera sólo, a dormir un rato y nosotros lo esperábamos en la playa, a la cual nunca más volvió. En el desarrollo de nuestra actividad nos iba tan bien, que en reunión relámpago, se acordó, por estarse agotando la carnada, que el único que pescara fuera el que escribe, para no perder ningún camarón, gracias a mi experiencia y así no más fue. Pique que tenía le pasaba la caña a alguno de los comensales que se encargaba de sacarlo y seguía con mi pesca. Recuerdo que a mi hermano Francisco como estaba un poquito beodo y no exigirle a su físico, le dejé el carrete bien suelto, por lo cual recogía muy poco ya que giraba en banda. Una corvina bastante grande lo paseó por toda la playa sin poderla sacar hasta que compadeciéndome de él le regulé el carrete para que pudiera cumplir con su fin. Todo fue un éxito ya que sacamos entre corvinas y róbalos quince piezas, gracias a la brillante gestión de nuestro ministro y haber encontrado al lugareño a orillas del Mar.
El regreso no fue tan fácil ya que teníamos que acarrear quince pescados hasta el auto que estaba como a un kilómetro de distancia, pero la astucia de Alcapío nos facilitó nuestra labor. Había encontrado una estaca como de dos metros de largo, y amarrando la pesca de a dos los colgó en la vara, y se la paso por detrás del cogote y empezó a caminar, nosotros portábamos los otros bártulos incluida la garrafa totalmente vacía, y con justa razón ya que fue la artífice de la gestión realizada por el señor Ministro y dependió mucho de ella. Cuando caminábamos por la playa íbamos inmediatamente atrás de Peyuco, cagados de la risa, ya que de repente se le tiraban a doblar las cañuelas por el gran peso que portaba sobre sus espaldas. En la pasada de la desembocadura se enterró un poco y tuvo que tener asistencia para poder salir y seguir adelante con la misión que se había impuesto. (Perdónanos Pedro Alcapío de donde te encuentres por lo abusadores que fuimos en esa oportunidad).
El regreso se hizo sin novedad y felices y contentos por el gran éxito de la excursión realizada. Una vez llegados a casa nos dedicamos a faenar el pescado. Yo recuerdo de haberme hecho un cebiche descomunalmente grande y comimos pescado frito hasta quedar mirándonos, pero como era mucho y aprovechando que al día siguiente viajaba don Andrés a la capital, decidimos mandar para cada familia un regalo que fue muy mal aprovechado ya que con el inmenso calor del verano se echaron a perder y el único que tuvo que soportar la hediondez fue Don Andrés. Así terminó la brillante excursión a la famosa playa de la trinchera en pos de la pesca de la corvina y el róbalo.
No solamente de vivencias de pesca fue objeto este hermoso lugar costero, sino que también de lindos paseos en busca algunos del sol y otros del pasatiempo de la extracción de la macha, abundante en esos años. Fue así como un buen día que la familia se encontraba casi en masa veraneando en la república de Licantén, se organizó un viaje saliendo muy de madrugada con todo el equipo pertinente o sea para comer y beber para bañar yeguas. El trayecto se hizo sin problemas y lleno de entusiasmo llegamos al destino aproximadamente en una hora y media. Se desempacó la carga y a empezar a disfrutar de un día maravilloso y sin el viento típico en esa zona. Las mujeres y los niños a la playa a disfrutar del hermoso sol y los hombres excepto Francisco Antonio, partieron saco al hombro y UCV garrafa bien agarrada de una oreja para cuidar su contenido, caminando por la orilla del Océano por mas o menos tres cuartos de hora, hasta ubicarnos frente al banco del molusco e ingresaron al agua dispuestos al marisqueo, que por supuesto fue fructífero, tanto es así que tuvo que salir UCV a tierra firme a depositar lo que habían sacado ya que el depósito estaba lleno y teníamos que seguir sacando, pero justamente aquí sucedió la primera desgracia. El portador del saco cayó en un hoyito que es lo más normal que se formen a la entrada del banco y Aguilar desapareció e inmediatamente saliendo a flote con la boca abierta en señal de haber tragado agua salada, y si ni es por la oportuna acción del chapulín colorado, Julio Correa, y como la poza es de muy poca monta lo pudo sacar, además que llevado por la desesperación de la inmersión y el susto, ya que no sabe nadar, logró pisar nuevamente arena firme y seguir camino. No le cabía ni un palo en el poto de lo asustado, pero lo más triste fue que en el accidente el mar se llevó las machas pero, milagrosamente la garrafa la salvó incólume. Su entusiasmo por volver nuevamente al océano había terminado, pero como ya era más o menos tarde, pronto salieron los otros y se dispusieron hacer el camino de regreso, no sin antes terminar hasta la última gota de la fiel garrafa. Caminaban entre risas y bromas para Eusebio por su percance, cuando a “Retrato hablado” se le empezó a presentar un problema. Con el roce de la arena y el traje de baño, se le empezaron a cocer las verijas, tanto es así que se le puso dificultoso el caminar, así que sin pensarlo dos veces Hernández Moraga mandó fuera traje de baño y siguió caminando con el niño y bolas expuestas a la brisa marina que a esa altura era bastante fresquecita.
Mientras tanto alrededor de los autos reinaba un caos, liderado por Francisco Antonio contra la irresponsabilidad de los hombres por la hora que era y no aparecían por ninguna parte. A mi querido compadre le apareció toda la protección paternal con Robuzoto y comentaba indignado “pobrecito siendo tan niño y en ausencia de sus padres” como podían ser tan irresponsables, y fue tanta la zalagarda que decidieron ir en su búsqueda. No habían andado cien metros cuando se toparon a boca de jarro y se pudieron enterar, en toda su dimensión, de la herramienta de Gastón que a esa altura al caminar se venía “gorneando” al aire libre. El choque fue espectacular, las más agresivas eran Caminando y la gordita Loly. Tenían sus caras totalmente desfiguradas y arremetían violentamente sobre la rama masculina con toda clase de ofensas y amenazas que creo que fueron más allá de lo permitido. Por ejemplo a Correa, La Guacha le aplicó el castigo de don Lalo, un mes sin sexo, ¿ pero se imaginan ustedes que es eso para este ejemplar con lo ardiente y fogoso que es, poder resistir semejante despiadado castigo? Creo que habrá una sola opinión. Al pobre UCV Caminando le dijo que tenía de coeficiente intelectual menos mil lo que es un poquito anormal, y así por el estilo muchas cosas más.
Una vez que no hallaron más cosas que decirles emprendieron el camino de regreso. Caminando, apoderándose de las llaves del auto que conducía UCV, se acabronó en él con la negra y sus niños y se marcharon diciendo que los curador se fueran juntos, pero sin antes decir algunas maldiciones, llegaron todos a Licantén. Eso si que el móvil de los beodos bastante más atrás que los otros.
Y así termino el paseo a la Trinchera que pudo ser muy bonito pero no lo fue por la agresividad y crueldad y el poco sentido común en esa oportunidad del sexo débil que de eso no tiene nada. A los dos días de haber sucedido este desaguisado, al parecer aparentemente hubo perdonazo, por lo menos esa era la impresión que flotaba en el ambiente ya que Correa se levantó muy de madrugada cosa poco común en él con su cara llena de risa que a pesar de su espesa barba se notaba perfectamente por el brillo de sus blancos dientes. De Eusebio no estoy en condiciones de opinar ya que creo que le daba lo mismo por lo menos así quedó demostrado, muchos años después, en el viaje de luna de miel a Mendoza que ni la camisa de dormir de Caminando, de seda y llena de encajes, lo entusiasmó para nada, porque según confesión de él mismo, fue producto del intenso calor reinante por lo que tenía que estar permanentemente bajo la ducha. Con los días todo lo malo quedó en el olvido, y se recordaba solo lo bueno, como por ejemplo las BOLAS de Gastón
P.D. Habiendo cumplido un largo tiempo de haber escrito muchas vivencias casi todas recordando nuestras tierras y nuestras raíces, con esta me despido, dándoles las gracias por haberlas leído, si no fue así, por lo menos no le molestaron y murieron en la rueda. Un último pedido, y es que mediten en un momento desocupado sobre algunos personajes de esta videncia y me refiero específicamente a los que no están con nosotros ya que emprendieron un camino sin regreso. Imagínense ustedes a Francisco Antonio tal como él era cañoneándose con el Guajiro pescador y a fuerza de sartaladas de mentiras tratar de quitarle los Napes o paseándose por la playa con una corvina en la punta de su anzuelo que era imposible sacarla por la maldad de sus acompañantes que le dejaron el embrague del carrete demasiado suelto y transpirándole hasta el chico. También piensen en Alcapío con setenta kilos de corvina sobre sus espaldas doblándosele las cañuelas mientras los otros comensales lo seguían a poca distancia cagados de la risa y totalmente desocupados. Creo que la venganza ya está preparada, solo es cosa de tiempo y paciencia, porque no podremos escapar de caer en sus manos y nos esperarán garrote en mano para darnos su merecido. Creo que si lo piensa un poquito según lo solicitado al final se dibujará en sus labios una pequeña Sonrisa. Gracias